El conquistador español Jiménez de Quesada creyó que la tierra que hoy es Bogotá era El Dorado, la legendaria ciudad del oro. Se equivocó, pero la animada capital de Colombia tiene brillo para dar y regalar. Los españoles dejaron tras de sí adornadas iglesias, bonitas plazas, misiones y museos en La Candelaria, el elegante antiguo corazón de Bogotá.
Bogotá tiene el agua corriente más limpia de toda Sudamérica.
Impactantes murales pintados por artistas callejeros contrastan con las fachadas color pastel de la ciudad. El amor del país por esta bebida es alucinante, es toda una cultura y tienen un gran respeto por su "oro negro".